Monseñor D. Jesús Murgui Soriano, Obispo de la Diócesis de Orihuela-Alicante nos manda el mensaje de Cuaresma, en el que nos indica que es tiempo de preparación y conversión.
A continuación os dejamos la carta que el Obispo nos manda para el tiempo de Cuaresma:
VIVIR LA CUARESMA A LA LUZ DE LA MISERICORDIA
Cada año la vivencia del Año Litúrgico nos encamina por estas fechas a revivir los acontecimientos centrales de la Historia de la Salvación –la historia en la que hemos sido salvados- y que conforman el Misterio Pascual de Jesús, su Pasión, Muerte y Resurrección. Celebrar los días Santos, celebrar los grandes momentos en los que se manifestó como nunca, por parte de Dios, su amor y misericordia, es algo tan grande, algo tan capaz de inundar de luz y de gracia nuestra vida, que pide y conlleva un tiempo de preparación especial llamado Cuaresma. El Santo Padre Francisco precisamente en su convocatoria del Año de la Misericordia, que ya estamos viviendo con buen ánimo, invitaba a que “la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios” (Misericordiae vultus, 17). Tiempo especial pues, para experimentar en primera persona el anuncio de la misericordia de Dios. Para ello, el Santo Padre en su Mensaje para la Cuaresma 2016, expresamente anima a la escucha orante de la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa “24 horas para el Señor”. Personalmente quiero acentuar el continuado interés que mostramos en nuestra Diócesis por fomentar el encuentro orante con la Palabra, muestra del cual son las ayudas para realizar la “lectio divina” desde los materiales del Plan Diocesano de Pastoral, centrados este año en la parábola del “Hijo Pródigo”. Os animo a encontraros y acoger la Palabra por todos los medios que os sean posibles, en momentos de silencio y de oración que tanta falta nos hacen y que, en efecto, nos llevan a estar con el Señor. Así mismo os animo a participar los próximos días 3 y 4 de Marzo en las “24 horas para el Señor”, en Parroquias y Arciprestazgos, de modo que por este medio nos acerquemos al encuentro con el Señor, que, además de su compañía, nos ofrece su perdón y misericordia en el Sacramento de la Penitencia. No perdamos este tiempo propicio para volver al Padre; para volver a Él y experimentar su misericordia, capaz de hacer de nosotros personas nuevas, resucitados, que vuelven a la vida (Cfr.Lc 15,11-31). “No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión”, nos pide el Papa Francisco en su mensaje. Es tiempo de gracia que no debemos dejar pasar. Cuaresma única que se abre ante nosotros y en la que, si nos dejamos tocar por el Espíritu, seremos conducidos a la novedad de vida que en nosotros inauguró el Sacramento del Bautismo. Vida nacida de la Pascua de Jesús.
También el Papa en su Mensaje nos recuerda algo evidente, que resulta experiencialmente definitivo: “la Misericordia de Dios transforma el corazón del hombre”, de modo que impulsa a amar al prójimo y, en concreto, a practicar las llamadas obras de misericordia tanto corporales como espirituales. Así transformados por su misericordia, especialmente en este tiempo, seamos testigos de ese Amor que el mundo olvida y que, en cambio, tanto necesita, dando de comer al hambriento, de beber al sediento, vistiendo al desnudo sin cerrarse a la propia carne, acogiendo al forastero y asistiendo a los enfermos, visitando a los presos de múltiples cárceles existenciales y dando sepultura a los que mueren y pasan de este mundo al Padre. Igualmente seamos tocados por su misericordia para que con verdadera compasión sepamos dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir a quien se equivoca, consolar al triste, perdonar siempre las ofensas recibidas, soportar con paciencia a las personas molestas, y ser orantes que no desfallecen en la intercesión ante Dios por los vivos y por los difuntos (Misericordiae vultus, 15). Personalmente quiero destacar, también en este marco, la importancia de recuperar en este tiempo cuaresmal el gran significado de la “limosna penitencial”, así como convertir nuestras privaciones cuaresmales, ayunos y abstinencias, en acciones que, además de su significado y valor en sí mismas ante Dios, puedan redundar también en bien de los hermanos necesitados, sumándonos a las diversas iniciativas de Cáritas, y, en este Año Jubilar, asumiendo, junto a las obras de misericordia señaladas, los “gestos” de misericordia que desde las instancias diocesanas se nos propongan a favor de tantas necesidades que nos rodean y nos interpelan. Sea, pues, la Cuaresma de este Año Jubilar, “tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y de las obras de misericordia”, como nos pide el Papa Francisco en su Mensaje. Así nos lo conceda Dios, por la intercesión de la Virgen María, nuestra Madre, Madre de Misericordia.
Con mi afecto y bendición.
Jesús Murgui Soriano.